...LO QUE QUEDO DEL FERROCARRIL...
A caso solo despojos…trenes, vagones, vías, señales quietas, desvencijadas por el tiempo y el abandono.
Una canción reciente de Jairo dice:…"Mi Abuelo, mi padre y yo fuimos ferroviarios". “Es mi Caso” Suelo convertirme en un andarín de antaño y recorrer los andenes de estaciones, detenerme en apeaderos de ramales muertos, treparme a una máquina a vapor, volver a pisar un depósito desactivado de locomotoras, aspirar la vieja grasa con petróleo que aun persiste en mi retina y olfato. Por momentos volver a ser niño de la mano de mi viejo Rigoberto, aquél maquinista que ya avizoraba la debacle del ferrocarril que se vendría. Cómo olvidar aquella cruel mañana en la cocina, cuando en familia nos dijo: "…se termino no va más…el ferrocarril se muere…". Hoy, cuando camino aquellos predios interminables ferrocarrileros, revivo esa postal, definitivamente triste, que me vaticinaron.
Un paisaje con algunos trenes amortajados por enredaderas, que gritan su somnolencia y quietud, decoradas por el herrumbre.
A caso solo despojos…trenes, vagones, vías, señales quietas, desvencijadas por el tiempo y el abandono.
Una canción reciente de Jairo dice:…"Mi Abuelo, mi padre y yo fuimos ferroviarios". “Es mi Caso” Suelo convertirme en un andarín de antaño y recorrer los andenes de estaciones, detenerme en apeaderos de ramales muertos, treparme a una máquina a vapor, volver a pisar un depósito desactivado de locomotoras, aspirar la vieja grasa con petróleo que aun persiste en mi retina y olfato. Por momentos volver a ser niño de la mano de mi viejo Rigoberto, aquél maquinista que ya avizoraba la debacle del ferrocarril que se vendría. Cómo olvidar aquella cruel mañana en la cocina, cuando en familia nos dijo: "…se termino no va más…el ferrocarril se muere…". Hoy, cuando camino aquellos predios interminables ferrocarrileros, revivo esa postal, definitivamente triste, que me vaticinaron.
Un paisaje con algunos trenes amortajados por enredaderas, que gritan su somnolencia y quietud, decoradas por el herrumbre.
Dice el colega Jorge Conti: “Estáticas y descoloridas señales que se marginan entre los hierros viejos de las vías y cansados durmientes, son una fotografía penosa para los ojos y el alma…”.
Debo reconocerlo, con amor obsesivo, sigo mirando esas ruinas que navegan hacia el olvido y mientras todo continúa su camino hacia la extinción, la nueva generación avanza inexorable, expectante y hablan del tren que revolucionó el mundo en otros países, un tren rápido…el tren bala.
Obviamente, no será para todos. Cuantas generaciones lo usaran. ¿Se podrá pagar? ¿Quienes, verdaderamente lo disfrutarán? ¿Se llevará a cabo el proyecto?
Aquellos trenes, sí que eran para todos; mito de la distancia y la aventura, quedaron inmóviles para siempre.
Preguntas hay muchas…desnudas verdades, también. ¿Alguien escuchará nuestro grito…?
Horacio Varela, un creativo excepcional de la fotografía, junto a su cámara viajera nos dejó para nuestro blog, estas fotografías. Puse especial énfasis en los legendarios cochemotores Ganz, que atesoraron largos e interminables itinerarios. Afortunadamente en Rafaela, provincia de Santa Fe, hay sólo uno. Testigo de un pasado que quiere volver….Como nosotros, en la próxima!
Debo reconocerlo, con amor obsesivo, sigo mirando esas ruinas que navegan hacia el olvido y mientras todo continúa su camino hacia la extinción, la nueva generación avanza inexorable, expectante y hablan del tren que revolucionó el mundo en otros países, un tren rápido…el tren bala.
Obviamente, no será para todos. Cuantas generaciones lo usaran. ¿Se podrá pagar? ¿Quienes, verdaderamente lo disfrutarán? ¿Se llevará a cabo el proyecto?
Aquellos trenes, sí que eran para todos; mito de la distancia y la aventura, quedaron inmóviles para siempre.
Preguntas hay muchas…desnudas verdades, también. ¿Alguien escuchará nuestro grito…?
Horacio Varela, un creativo excepcional de la fotografía, junto a su cámara viajera nos dejó para nuestro blog, estas fotografías. Puse especial énfasis en los legendarios cochemotores Ganz, que atesoraron largos e interminables itinerarios. Afortunadamente en Rafaela, provincia de Santa Fe, hay sólo uno. Testigo de un pasado que quiere volver….Como nosotros, en la próxima!