viernes, 15 de agosto de 2008

<• No importa la causa, la Ley ampara •>

GOLPEAR PARA PRODUCIR DAÑO Y NO MATAR

La palabra Mocoví o Moqoit significa “dos” en guaraní, porque son dos las razas que existen: el mocoví de tez clara y el de tez oscura, aunque de nada sirva para explicitar una situación tan triste como desgarrante, tan insólita como absurda que a la postre se convertirá en polémica.
No porque pertenezcan a una comunidad aborigen están exentos de las leyes que imperan en el país que habitan, ya que son conocedores también ellos, del rigor que tienen el cumplimiento irrestricto de las leyes por cuanto en muchos casos en su comunidad, crean, imponen y respetan sus propias leyes.
“Llalec Lava” significa “Hijos de la Tierra”, y así se llama la comunidad a la que pertenecen Eligio Darío Vázquez y Sandra Mariela Salteño, detenidos por la muerte de uno de sus cinco hijos, de tan solo 9 años, quien falleció a raíz de golpes que recibió de sus progenitores, especialmente de su papá.
El delito que se le imputó a Vázquez prevé una pena de 1 a 6 años de prisión, y el imputado aguardará el juicio en libertad.
Desde la Cadena 3 tuvimos oportunidad de consultar algunos juristas, quiénes nos explicaron que un determinado golpe se puede considerar como un medio que razonablemente no debía producir la muerte; y que la intención del autor era golpear para producir un daño, no para matar.
Por eso, el resultado que se provoca, es decir la muerte, va más allá de la intención original del acusado. En resumen, un medio que no debía matar y una intención que era dañar, son los dos elementos que forman el homicidio preterintencional.
Papá y mamá ya recuperaron la libertad, les decretaron falta de mérito y procesamiento simple por homicidio preterintencional, respectivamente.
Mientras ya se propone poner a este ejemplo para los estudiantes universitarios del derecho, para que aprendan a discernir entre un homicidio preterintencional y uno doloso, me pregunto si la justicia y/o la ley contemplará un seguimiento psicológico de esos padres quienes enojados con Norbertito respondieron, primero a los cintazos y luego arrojándole una vara de madera que le lastimó la cabeza provocándole un coágulo, convulsiones, inconciencia y posterior deceso.
¿A sus otros hijos qué tratamiento les espera? ¿Qué futuro tienen? ¿Qué enseñanza le impartirán? ¿Habrá responsables?
Tengo una sensación de bronca, impotencia y tristeza a la vez ¿Cómo habrá sido el reencuentro con la otra parte de la familia? ¿Qué se dirá en el asentamiento del lejano “Paraje El 94”? ¿Que procesión irá por dentro de esos padres?
Solo la conciencia y alguna que otra oración a San Francisco Javier, quizás, les devuelva ya no a su hijito, pero sí una íntima reconciliación con Dios que temple sus espíritus para siempre.

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