LOS PRIMEROS 25 AÑOS DEL FESTIVAL NACIONAL DEL TANGO
Cuando llegó la hora de los homenajes y reconocimientos; me toco mencionar que estábamos en presencia de los familiares del desaparecido Tito Pousá; sentí que el espíritu tanguero de aquellos pioneros estaba agradecido y sonreían desde el mas allá.
Aquel esfuerzo titánico para obtener fondos, lograr apoyo oficial para adquirir un lote de terreno en la hoy avenida España y Boulevard Alighieri y construir un auditorio de techo de chapas con capacidad para 7000 personas no había sido en vano; por el contrario, había sido superado acorde con los tiempos actuales, tan o mas difíciles de aquellos años.
En este clima de emociones y evocación permanente que se viven en el Anfiteatro Carlos Gardel, me es imposible dejar de retrotraerme por un instante e imaginar ese halo tan especial, sabor a Cátulo y Homero que se habrá vivido por ese entonces y que en la actualidad sigue teniendo el mismo abecedario tanguero.
Los amantes de la música ciudadana, venidos desde distintos lugares del mundo, cada vez más recónditos, y más insólitos estaban allí, regodeándose de lo más granado del ritmo del 2x 4. Japoneses (obviamente), austriacos, brasileros, uruguayos, paraguayos, impactados con una movida tanguera única, especial con aroma a peperina y poleo que al soplar ese aire serrano, la hace decididamente distinto.
EN LA CAPITAL NACIONAL DEL TANGO
De los últimos cinco años, lejos la mejor edición del Festival y no por que sí. Coadyuvaron, varios factores, solo por mencionar algunos: el lleno total durante las tres noches, el volver a vivir al poner en escena a figuras de casi 90 años, cantando como en los mejores tiempos, la afiatada participación de las Sub sedes (Esperanza y Leones) con sus embajadores y dignos representantes; el aporte de grandes artistas que con su propia convocatoria trajeron más público todavía; es el caso de Estela Raval y los cinco latinos, el propio Guillermo Fernández, etc.
Cada Festival trae consigo su impronta. Y este año, con la máxima presencia del gran poeta Horacio Ferrer, se lograron momentos culmines, únicos, irrepetibles. Una balada para un loco, que sonó en reiteradas oportunidades y a fuer de ser sincero, no sabría con cual quedarme: si la versión de Guillermo Fernández, Raúl Lavié o uno de los cantores del gran Osvaldo Piro.
Dijo Horacio Ferrer: “cayó la tarde y el tenia tangos,
Whisky en la zurda y, en la otra, sed…”
Los aplausos más resonantes para el “cantor de Buenos Aires”, Hugo Marcel. El personalísimo Raúl Lavié. La afinada Anna Saeki, con impresionante atuendo típico. La dupla extraordinaria de Leopoldo Federico y José Colangelo; el Señorío de Atilio Stampone y el inconfundible Sexto Mayor; que sigue sonándo como los mejores, en una curiosa mezcla de juventud y veteranía, de frescura y sabiduría.
Capítulo a parte, la presencia tanguera cordobesa de Jorge Arduh y sus cantores, en especial el ascendente Marcelo Santos.
Los duendes tangueros volverán el año que viene, si Dios quiere, a recorrer este templo sagrado, La Falda volverá a vestirse de gala al compás del 2x4; y nosotros diremos
“¡¡ Bendito seas tango, que haces sufrir y llorar,
Bendito seas tango, que haces reír y cantar,
Tan grande es tu poder, tan sugestivo y dominante,
Que donde vayas, triunfante has de imperar...!!”
¡Hasta la próxima!
Cuando llegó la hora de los homenajes y reconocimientos; me toco mencionar que estábamos en presencia de los familiares del desaparecido Tito Pousá; sentí que el espíritu tanguero de aquellos pioneros estaba agradecido y sonreían desde el mas allá.
Aquel esfuerzo titánico para obtener fondos, lograr apoyo oficial para adquirir un lote de terreno en la hoy avenida España y Boulevard Alighieri y construir un auditorio de techo de chapas con capacidad para 7000 personas no había sido en vano; por el contrario, había sido superado acorde con los tiempos actuales, tan o mas difíciles de aquellos años.
En este clima de emociones y evocación permanente que se viven en el Anfiteatro Carlos Gardel, me es imposible dejar de retrotraerme por un instante e imaginar ese halo tan especial, sabor a Cátulo y Homero que se habrá vivido por ese entonces y que en la actualidad sigue teniendo el mismo abecedario tanguero.
Los amantes de la música ciudadana, venidos desde distintos lugares del mundo, cada vez más recónditos, y más insólitos estaban allí, regodeándose de lo más granado del ritmo del 2x 4. Japoneses (obviamente), austriacos, brasileros, uruguayos, paraguayos, impactados con una movida tanguera única, especial con aroma a peperina y poleo que al soplar ese aire serrano, la hace decididamente distinto.
EN LA CAPITAL NACIONAL DEL TANGO
De los últimos cinco años, lejos la mejor edición del Festival y no por que sí. Coadyuvaron, varios factores, solo por mencionar algunos: el lleno total durante las tres noches, el volver a vivir al poner en escena a figuras de casi 90 años, cantando como en los mejores tiempos, la afiatada participación de las Sub sedes (Esperanza y Leones) con sus embajadores y dignos representantes; el aporte de grandes artistas que con su propia convocatoria trajeron más público todavía; es el caso de Estela Raval y los cinco latinos, el propio Guillermo Fernández, etc.
Cada Festival trae consigo su impronta. Y este año, con la máxima presencia del gran poeta Horacio Ferrer, se lograron momentos culmines, únicos, irrepetibles. Una balada para un loco, que sonó en reiteradas oportunidades y a fuer de ser sincero, no sabría con cual quedarme: si la versión de Guillermo Fernández, Raúl Lavié o uno de los cantores del gran Osvaldo Piro.
Dijo Horacio Ferrer: “cayó la tarde y el tenia tangos,
Whisky en la zurda y, en la otra, sed…”
Los aplausos más resonantes para el “cantor de Buenos Aires”, Hugo Marcel. El personalísimo Raúl Lavié. La afinada Anna Saeki, con impresionante atuendo típico. La dupla extraordinaria de Leopoldo Federico y José Colangelo; el Señorío de Atilio Stampone y el inconfundible Sexto Mayor; que sigue sonándo como los mejores, en una curiosa mezcla de juventud y veteranía, de frescura y sabiduría.
Capítulo a parte, la presencia tanguera cordobesa de Jorge Arduh y sus cantores, en especial el ascendente Marcelo Santos.
Los duendes tangueros volverán el año que viene, si Dios quiere, a recorrer este templo sagrado, La Falda volverá a vestirse de gala al compás del 2x4; y nosotros diremos
“¡¡ Bendito seas tango, que haces sufrir y llorar,
Bendito seas tango, que haces reír y cantar,
Tan grande es tu poder, tan sugestivo y dominante,
Que donde vayas, triunfante has de imperar...!!”
¡Hasta la próxima!